En 1960 Estados Unidos comienza su bloqueo comercial, económico y financiero a la Isla cubana. Casualidad? Nunca. Esto fue en respuesta del carácter "hacia el socialismo" de su Revolución. En honor a la Gran Isla de la Dignidad, nos permitimos esta reflexión.
Asistimos a un momento en la historia tal como la conocemos hasta ahora en el que las tensiones humanitarias, económicas, sociales, religiosas, territoriales se expresan violentamente. Es el orden mundial que está en un irreversible proceso de descomposición, con ritmos distintos en cada región pero inevitablemente final. El asesinato de Kassen Suleimani en Irak es una prueba irrefutable de esto: celebrado por Trump y en silencio cómplice con el Secretario General de la ONU, es un símbolo de lo poco que le interesa a las clases dominantes la democracia, la paz y el respeto a la vida.
Particular atención merece la forma que adopta EEUU para ejercer la hegemonía sobre nuestro Continente. Desde el 2019 hasta la actualidad Donald Trump ha impuesto 85 nuevas medidas restrictivas en contra de Cuba que afectan vitalmente al comercio internacional, las inversiones, el turismo, la salud y el suministro de insumos esenciales como el petróleo, distintos tipos de medicinas y avances tecnológicos - con especial énfasis en las comunicaciones y el acceso a internet -, el alimento y el gas doméstico.
Lo mismo vale en relación a la brutal agresión que también se ejerce en contra de la República Bolivariana de Venezuela. En este caso, las sanciones económicas aplicadas por la Casa Blanca desde 2017 produjeron una tremenda crisis humanitaria. El robo de los patrimonios del pueblo venezolano incluidos activos financieros secuestrados por entidades comerciales internacionales situadas en Europa y EEUU hablan de la absoluta impunidad imperial y de su total desprecio por las más elementales normas del derecho internacional y lo estipulado en la propia Carta de las Naciones Unidas.
Los daños hechos por el gobierno de Estados Unidos contra Cuba y Venezuela son incontables, hay una llamativa desproporción entre el ataque genocida que están sufriendo estos pueblos y el nicaragüense (por mencionar algunos) y la nula o excesivamente tibia reacción internacional ante estos crímenes, incluso desde los espacios internacionales de derechos humanos. Es urgente lanzar una campaña de alcance mundial de concientización e información en contra de estas prácticas brutales del imperialismo, porque al arrasar con la legalidad internacional no sólo se agrede a los pueblos de Cuba y Venezuela sino que se empuja al mundo al borde de un abismo. El llamado a la PAZ CON JUSTICIA SOCIAL es ahora urgente y nos involucra a los distintos actores sociales y políticos de todos los países de América Latina y el mundo.
Es evidente que en este escenario distintos pueblos toman la iniciativa política y calientan las calles de sus ciudades en multitudinarias marchas y acciones que tienen por objeto evidenciar los atropellos de las clases dominantes sobre sus derechos. En los últimos meses asistimos a procesos profundos de crítica y de construcción institucional, popular, constitucional, que ponen en jaque las bases mismas de la dominación de nuestras jóvenes Patrias, y avanzan en una marcada identidad antiimperialista, latinoamericanista y solidaria. Esa organización es prueba de la juventud de nuestros movimientos sociales, de la vigencia de nuestros reclamos y de la incompetencia de las instituciones actuales "democráticas".
Chile está en pleno proceso de Asamblea Constituyente, sacudiendose los lastres pinochetistas y asumiento con responsabilidad histórica lo que debe ser una base institucional y política de un Nuevo Chile. Ecuador los movimientos de indígenas y campesinos a traves de enormes marchas y cortes de rutas están exigiendo respeto a su economía agropecuaria, a la propiedad de sus tierras y semillas, contra un gobierno que asumió la vergonzosa tarea de gestionar contra su pueblo y a favor de intereses cipayos. Brasil se levanta con un fuerte movimiento estudiantil que impide los planes de privatización absoluta de la educación. El desafío será construir una expresión del movimiento popular que pueda unificarse con una propuesta en las urnas.
Nuestro rol continúa siendo el mismo: la lucha contra las opresiones, la lucha por la libertad de los y las presas políticas de todo nuestro continente, la lucha por una reforma al poder judicial que ha actuado como garante del orden mundial y en particular en latinoamérica como policía de la política. Los organismos de derechos humanos que se precien de serlo deberán asumir un rol marcadamente antiimperialista, o serán simples apologistas de la caída de un sistema que se desangra y nos mata.
Mientras no haya respuesta a el llamado a la PAZ CON JUSTICIA SOCIAL , que es muy urgente y nos involucra a todxs , seguiremos en un mundo al borde del precipicio, seguiremos en esta tierra teñida de sangre que provoca la rebelión y el resentimiento de los que menos pueden o tienen. Debemos insistir en la concientización de los pueblos para que sus voces sean oídas y haya respuestas solidarias con el consiguiente respeto a los derechos humanos, la libertad, la justicia social y la independencia económica de los países como los nuestros de los grandes opresores.